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29 de Octubre de 2023
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Luis Virgilio

Anatomía de un instante

Una nueva nota de opinión de Luís Virgilio.

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El escritor español Javier Cercas en el año 2009 publica un magnífico libro titulado “Anatomía de un instante”, una crónica histórica novelada sobre un suceso breve, de apenas treinta y cinco minutos, pero de importantes implicancias institucionales e históricas para España.

 

El instante que disecciona el autor a lo largo de más de quinientas páginas es la imagen televisada de la irrupción a los tiros del Teniente Coronel Antonio Tejero y su tropa de guardias civiles en el parlamento español, con la intención de dar un golpe de Estado, más precisamente la imagen del presidente saliente Adolfo Suárez, sentado solo en su escaño, incólume ante el estruendo de los disparos retumbando en el recinto, mientras la totalidad de los diputados presentes desaparecen de la vista de las cámaras al esconderse bajo sus sillas.

 

 

La imagen retrata la soledad de un gobierno terminado cuyo presidente había sido obligado a dimitir hacía pocos días, inmerso en una crisis política e institucional por presiones e intrigas palaciegas de aquellos que en ese “instante” estaban tirados bajo las sillas de sus escaños, mientras el presidente saliente derrotado permanece impertérrito en su silla en un inequívoco gesto de resistencia que estaba siendo televisado.

 

 

La novela analiza cómo un solo gesto puede cambiar el destino de un actor político en decadencia para transformarlo en un solo instante en un héroe nacional, y cómo un gesto que se interpreta heroico frente a la adversidad puede inspirar a una sociedad para recomponer divisiones irreconciliables.

 

 

Suele decirse que en política hay que estar en el lugar y momento adecuado para que las cosas funcionen, pero más cierto es que los tiempos y los lugares que los políticos deban ocupar en un determinado contexto, no son más importantes que los gestos o actitudes que se asuman en momentos claves.

 

 

Le robo el título de esta nota a un autor que admiro para recomendar la lectura de un gran libro, pero sobre todo para analizar la realidad política de nuestro país, a partir de un “instante” que para mí será decisivo en el resultado electoral del próximo 19 de noviembre y que tiene que ver con el gesto de los dos candidatos a presidente que competirán en Ballotage.

 

 

Nadie puede negar que Massa hasta el día de la elección poseía una de las imágenes más negativas entre los actores políticos en disputa, que representaba la continuidad de un gobierno progresista en decadencia, inmerso en una crisis sin precedentes desde el 2001; también podemos reconocer que Milei, el candidato autodeterminado libertario, se erigía como una fuerza política nueva que se ponía por encima de las divisiones gobierno-oposición exaltando la decadencia de toda clase política en su conjunto, a la que denomina: “Casta” pretendiendo representar el descontento de la sociedad de una manera potente y decisiva, desdibujando así el mensaje de “cambio” que proponía la alianza opositora mayoritaria.

 

 

Cuenta Javier Cercas en su crónica novelada que Adolfo Suarez sabía que las cámaras de televisión estaban filmando el momento en que entraron los golpistas al recinto con ráfagas de disparos y más que un gesto heroico el suyo, fue una pose inteligente que se le brindó en su último momento para poder retirarse con gloria de un escenario decadente. Evocando aquella anécdota, analicemos el gesto, la actitud que asumieron ambos candidatos luego de los resultados electorales del domingo: Massa sube solo al escenario y asume con humildad el resultado inesperado que lo coloca como triunfador a casi siete puntos de distancia de su adversario, que era el favorito en las encuestas, y en su discurso tiene la inteligencia de convocar a la unión nacional y dar un mensaje claro y contundente expresando: “la grieta se murió”. Ese instante reparador instaura un mensaje conciliador que la sociedad está pidiendo hace mucho tiempo y que ninguno de los candidatos de las fuerzas políticas contendientes había decidido representar. Como contrapartida Milei asume de inmediato una actitud triunfalista acicateando las divisiones existentes con mensajes destructivos del adversario, afirmando que él viene a ponerle la tapa al ataúd del kirchnerismo, una expresión que reedita símbolos de violencia política que no se veían en nuestro país desde la quema del ataúd radical en manos de Herminio Iglesias.

 

 

Paradójicamente el candidato de la fuerza política responsable de la grieta recoge esa demanda en su discurso y quien se erige como lo nuevo expresa una renovada división. La sociedad argentina sabe que mientras las crisis económicas resultan pasajeras, las crisis políticas permanecen cuando desde la dirigencia se cultivan divisiones y antinomias. En lo personal creo que, más allá de los modelos políticos y económicos que planteen los dos candidatos, la sociedad en definitiva elegirá a quien esté en mejores condiciones de representar esa demanda huérfana en estas elecciones. Faltando tan poco tiempo para el acto electoral, creo que el discurso que brindaron los dos candidatos luego del acto eleccionario pasado, habrá sido el “instante” decisivo que hizo la diferencia

 

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