14 de Enero de 2024
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El Puente de Hierro: un clásico de todos los tiempos

A orillas de la Ruta 72, camino al Parque Nacional Los Alerces, se erige el "Puente Rojo" del Río Percy, un ícono amado por esquelenses. El historiador Jorge Oriola nos cuenta sobre su historia y construcción de este ícono de la #Patagonia.

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Por Lelia Castro

 

La travesía hacia este rincón patagónico, descrita por el estudioso Jorge Oriola, nos regala colores vibrantes de vegetación, con majestuosas montañas nevadas de fondo, revelando la inmensidad de la naturaleza.

 

Ubicado sobre Ruta 72, camino al Parque Nacional Los Alerces, se encuentra el famoso "Puente Rojo" del Río Percy. A menos de 30 kilómetros de Esquel, cientos de vecinos eligen la propuesta para pasar la jornada entre amigos o con la familia.

 

Al ir por la ruta, se pueden apreciar los diversos colores y formas de la vegetación, con las imponentes montañas nevadas como fondo, con la inmensidad que nos regala la naturaleza en este rincón de la Patagonia.

 

A pesar de las peripecias para llegar, la bajada al río se convierte en una emocionante odisea. Quizás con un poco de dificultad en la bajada al río, pero con la alegría o la emoción de llegar a la piedra y tirarse al agua en el pozón, con algún que otro tropezón en el camino hacia abajo, con la ansiedad de llegar al agua.

 

Siempre con el debido respeto que se merece el meterse al agua, ya que las bajas temperaturas de la misma o la correntada pueden provocar accidentes o víctimas fatales.

 

El historiador Jorge Oriola nos emerge en la historia del Puente de Hierro -o Puente Rojo-, construida entre 1946 y 1949 para facilitar el acceso a la Villa Futalaufquen. Antes, el cruce se realizaba a través de un vadeo, pero la ingeniería y arquitectura de este puente se erigen como maravillas del pasado.

 

 

 

                Puente de Hierro o Puente Rojo, debajo del camino que terminó Vialidad Provincial en la primera década del siglo XXI. Esta es una de las maravillas de ingeniería que se hicieron en nuestro país en tiempos pasados. Fue proyectado en 1945, presupuestado con medio millón de pesos, en tiempos en que los salarios mínimos andarían en los tres dígitos”.

 

 

 

“La gente iba y volvía por un vadeo camino río abajo, pero se construyó el puente para facilitar y acortar el camino, y se llega a la Villa. El vado es un lugar en un río, en el cual las orillas tienen el lecho del río un poco más alto, sin pozones, sin fisuras, y permite el cruce de vehículos o de caballos, y eventuales arreos de ganado. Río abajo y río arriba del vado hay pozos, hay fisuras, el lecho puede ser con mucha piedra, no se puede cruzar o es muy dificultoso. Entonces, vadeado el río, cuando no hay puente, es cruzarlo en un lugar donde es accesible. Acá se vadeaba el río abajo, donde ya no se encajonaba, bueno esto es un paisaje bellísimo. Ahora el agua no viene tan fuerte porque el deshielo ha bajado ya a esta altura, pero es un paisaje hermoso, por eso vienen vecinos locales y también turistas. Del otro lado del río también hay una piedra donde nos hemos zambullido más de una vez cuando veníamos acá, muchas familias bajan”, comenta Jorge.

 

Este sector del Río Percy, a pesar de no estar tan explotado turísticamente, se hizo popular años atrás cuando el camino hacia el Parque Nacional Los Alerces era todo de ripio. Un lugar muy visitado por turistas y vecinos de Esquel y Trevelin.

 

Rodeado de un paisaje imponente, con vegetación autóctona como la nalca, el ñir, muticias, chacai, ciprés y maitenes, todo en un paisaje natural. Un río formado por correntosas aguas, mucho más de lo que se puede apreciar en la actualidad, que ha bajado considerablemente su caudal.

 

 

A pesar de no figurar prominentemente en guías turísticas, el Puente de Hierro atrae a locales y turistas por igual. Rodeado de vegetación autóctona y coronado por un río de aguas correntosas, este lugar encierra un paisaje imponente.

 

 

Recomiendo que lo conozcan, que se informen, que busquen alguna información aunque no hay mucha, esta nota ayuda a la información sobre los sitios, los atractivos. El turismo tiene esa posibilidad: atrae, entonces la gente viene, aprende, convive con el lugar, sale distinto de cuando entró a cualquier lugar turístico, y sobre todo genera consumo, dinero, empleo, etc.”.

 

 

 

Sin embargo, la concientización sobre la contaminación se hace imperativa, con Oriola señalando la presencia de basura en las piedras y haciendo un llamado a la responsabilidad ambiental.

 

 

También hay una cuestión ambiental, hay que respetar el lugar, por ejemplo, allá en las piedras abajo en este momento vemos basura, si no son pañales son bolsas, precisamente plástico, que tarda muchísimo en deteriorarse. Entonces lo que hay que hacer es recoger eso y llevárselo, por eso está muy bien el dicho “la basura que usted produzca llévesela”,  y la arroja donde corresponde, ni al agua ni dejarla para que se la lleve el viento y contamine. De mínima, contamina lo visual, pero algunas cuestiones como el plástico tardan décadas en deteriorarse y no corresponde”.

 

El río evoca memorias familiares, siendo un punto de encuentro para generaciones. Aunque no esté entre los destinos más explotados, la gente sigue disfrutando del Puente de Hierro, ya sea en bicicleta, acampando o compartiendo un asado.

 

 

Concluye preguntando el por qué del nombre del río, al Río Percy se le adjudica el nombre a un “Percy Wharton, así me dijeron…”, un pionero galés de la Colonia 16 de octubre, quién más tarde se traslada a Estados Unidos.

 

Agradecemos infinitamente a Jorge Oriola, que tuvo la buena predisposición de tomarse el tiempo y visitar el lugar, charlar y buscar información e instruirnos un poquito más sobre este clásico que, a pesar del tiempo, sigue siendo un paraíso escondido en la Patagonia. 

 

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